La diosa de la razón en catedral de Notre Dame

El libro El Conflicto de los Siglos, narra la historia de la Revolución francesa, una historia de burla y desprecio contra la palabra de Dios.

Mientras se construía la catedral de Notre Dame los cruzados asesinaban en la hoguera a todos los Albigenses o Cátaros del sur de Francia. Años después a 70.000 Hugonotes, por el «delito» de ser cristianos basados en la Biblia. Al mismo tiempo, en el concilio de Toulouse, Francia, se decidía castigar a los «herejes» con las torturas de la santa inquisición, que funcionó durante 600 años, incluso en Sudamérica.

El poder ateo que gobernó a Francia durante la Revolución y el reinado del terror, hizo a Dios y a la Biblia una guerra como nunca la presenciara el mundo. El culto de la Deidad fué abolido por la asamblea nacional. Se recogían Biblias para quemarlas en las calles haciendo cuanta burla de ellas se podía. La ley de Dios fué pisoteada; las instituciones de la Biblia abolidas; el día del descanso semanal fué abandonado y en su lugar se consagraba un día de cada diez a la orgía y a la blasfemia. El bautismo y la comunión quedaron prohibidos. Y en los sitios más a la vista en los cementerios se fijaron avisos en que se declaraba que la muerte era un sueño eterno. CS54 316.3

 El “obispo constitucional de París fué empujado a desempeñar el papel más importante en la farsa más desvergonzada que jamás fuera llevada a cabo ante una representación nacional… Lo sacaron en pública procesión para que manifestase a la convención que la religión que él había enseñado por tantos años, era en todos respectos una tramoya del clero, sin fundamento alguno en la historia ni en la verdad sagrada. Negó solemnemente y en los términos más explícitos la existencia de la Deidad a cuyo culto se había consagrado él y ofreció que en lo sucesivo se dedicaría a rendir homenaje a la libertad, la igualdad, la virtud y la moral. Colocó luego sobre una mesa sus ornamentos episcopales y recibió un abrazo fraternal del presidente de la convención. Varios sacerdotes apóstatas imitaron el ejemplo del prelado.”—Scott, tomo 1, cap. 17. CS54 317.1

Uno de los sacerdotes del nuevo orden, profiriendo terribles blasfemias, dijo: “¡Dios! si es cierto que existes, toma venganza de las injurias que se hacen a tu nombre. ¡Yo te desafío! Guardas silencio; no te atreves a descargar tus truenos. Entonces ¿quién va a creer que existes?”—M. Ch. Lacretelle, Histoire de France pendant le dixhuitième siècle, tomo 11, pág. 309. ¡Qué eco tan fiel de la pregunta de Faraón: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz?” “No conozco a Jehová”! CS54 318.1

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“Dijo el necio en su corazón: No hay Dios.” Salmos 14:1. Y el Señor declara respecto de los que pervierten la verdad que “se hará manifiesta a todos su necedad.” 2 Timoteo 3:9 (VM). Después que hubo renunciado al culto del Dios vivo, “el Alto y el Excelso que habita la eternidad,” cayó Francia al poco tiempo en una idolatría degradante rindiendo culto a la diosa de la razón en la persona de una mujer libertina. ¡Y esto en la cámara representativa de la nación y por medio de las más altas autoridades civiles y legislativas! Dice el historiador: “Una de las ceremonias de aquel tiempo de locura no tiene igual por lo absurdo combinado con lo impío. Las puertas de la convención se abrieron de par en par para dar entrada a los músicos de la banda que precedía a los miembros del cuerpo municipal que entraron en solemne procesión, cantando un himno a la libertad y escoltando como objeto de su futura adoración a una mujer cubierta con un velo y a la cual llamaban la diosa de la razón. Cuando llegó ésta al lugar que le estaba reservado, le fué quitado el velo con gran ceremonial, y se le dió asiento a la derecha del presidente, reconociendo todos ellos en ella a una bailarina de la ópera… A esta mujer rindió público homenaje la convención nacional de Francia, considerándola como la representación más perfecta de la razón que ellos veneraban. CS54 318.2

Al ser presentada la diosa ante la convención, la tomó el orador de la mano y dirigiéndose a toda la asamblea, dijo: “Mortales, cesad de temblar ante los truenos impotentes de un Dios que vuestros temores crearon. No reconozcáis de hoy en adelante otra divinidad que la razón. Yo os presento su imagen más noble y pura; y, si habéis de tener ídolos, ofreced sacrificios solamente a los que sean como éste… ¡Caiga ante el augusto senado de la libertad, el velo de la razón! … CS54 319.2

“La diosa, después de haber sido abrazada por el presidente, tomó asiento en una magnífica carroza que condujeron por entre el inmenso gentío hasta la catedral de Notre Dame, para reemplazar a la Deidad. La elevaron sobre el altar mayor y recibió la adoración de todos los que estaban presentes.”—Alison, tomo 1, cap. 10. CS54 319.3

CONFLICTO DE LOS SIGLOS

 

 

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