Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
La celebración de Halloween es un tema que merece ser considerado con oración y reflexión a la luz de la Palabra de Dios. Como cristianos, estamos llamados a vivir conforme a la voluntad de nuestro Señor, discerniendo entre lo que edifica nuestra fe y lo que puede alejarnos del propósito de Dios para nuestras vidas.
1. La naturaleza espiritual de Halloween
El origen de Halloween se remonta a prácticas paganas, asociadas con el ocultismo, el espiritismo y la veneración a los muertos. La Biblia es clara al advertirnos sobre la participación en tales actividades. En Deuteronomio 18:10-12, Dios instruye a su pueblo:
«No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas…»
La Palabra de Dios nos exhorta a alejarnos de toda práctica que involucre lo oculto o lo relacionado con las tinieblas. Halloween, aunque muchos lo ven como algo inofensivo o simplemente una tradición cultural, está enraizado en elementos que promueven la oscuridad, el miedo y lo sobrenatural de manera contraria a la luz de Cristo.
2. Nuestra identidad como hijos de luz
En Efesios 5:8-11, el apóstol Pablo nos recuerda nuestra verdadera identidad en Cristo:
«Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas.»
Halloween, con sus imágenes de muerte, brujas y espíritus, representa todo aquello de lo que fuimos llamados a alejarnos. No podemos mezclar la luz con las tinieblas ni participar en festividades que celebran lo que nuestro Señor ya venció en la cruz. Jesús nos llamó a ser «hijos de luz» y a reflejar Su carácter, que es de amor, pureza y verdad.
3. Llamados a la pureza y la santidad
En 1 Pedro 1:15-16, somos exhortados a vivir en santidad:
«Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.»
Como cristianos, hemos sido apartados para vivir vidas que honren a Dios en todas las áreas. Esto incluye nuestras celebraciones y tradiciones. Participar en Halloween, con su enfoque en la muerte, lo macabro y lo oscuro, es incompatible con nuestra identidad como seguidores de Cristo, que nos llama a reflejar Su santidad en todas las cosas.
4. El poder de Cristo sobre la muerte y las tinieblas
Finalmente, debemos recordar que Cristo ya ha vencido las tinieblas y la muerte. Colosenses 2:15 dice:
«Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.»
Halloween, en su representación de lo oscuro y lo aterrador, a menudo glorifica aquello sobre lo cual Jesús ya ha obtenido la victoria. Como cristianos, no debemos participar en celebraciones que, directa o indirectamente, le den espacio al enemigo para engañar o sembrar miedo. En lugar de ello, estamos llamados a proclamar la victoria de Cristo y a vivir en Su libertad.
Exhortación final
Queridos hermanos, el llamado de Dios es claro. Como seguidores de Cristo, debemos evaluar cada aspecto de nuestras vidas y preguntarnos si lo que hacemos glorifica a nuestro Señor. Halloween, con sus raíces en prácticas paganas y su enfoque en lo oscuro, no es algo que edifique nuestra fe ni que honre al Dios vivo y verdadero.
Exhorto a cada uno de ustedes a considerar cómo nuestras acciones reflejan nuestra fe. Recordemos que estamos llamados a ser luces en este mundo, apartados para Dios, y que no debemos conformarnos a las costumbres que promueven lo opuesto a los principios de nuestro Salvador. En vez de participar en Halloween, busquemos maneras de compartir la esperanza y el amor de Cristo, quien es la luz que resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecen contra ella (Juan 1:5).
Que el Señor nos dé sabiduría y discernimiento para vivir de acuerdo con Su voluntad, siempre reflejando Su luz en este mundo.
Amén.