La lluvia de estrellas de 1833: ¿una profecía cumplida?
La madrugada del 13 de noviembre de 1833 quedó grabada en la memoria de miles de personas en Norteamérica. El cielo pareció “desatarse”: caían luces por todas partes, como si las estrellas se desprendieran del firmamento. Muchos testigos dijeron que la noche se iluminó tanto que “se podía leer el periódico” a la luz de aquella lluvia de meteoros.
Con el tiempo, ese evento fue identificado como una de las mayores manifestaciones de las Leónidas, y la ciencia lo estudia como un fenómeno astronómico extraordinario. Sin embargo, dentro de la tradición adventista, este suceso también se ha entendido como un cumplimiento profético anunciado en la Biblia.
1. ¿Qué profecías se relacionan con 1833?
a) Las palabras de Jesús
En su sermón profético, Jesús anunció una serie de señales que tendrían lugar después del tiempo de persecución, pero antes de su regreso:
- “Las estrellas caerán del cielo” (Mt. 24:29; cf. Mr. 13:24-25).
El orden que presenta Jesús es:
- Tribulación (persecución histórica del pueblo de Dios).
- Oscurecimiento del sol y la luna.
- Caída de las estrellas.
b) El sexto sello en Apocalipsis
El mismo patrón aparece en el sexto sello:
- Ap. 6:12-13 describe:
- Un gran terremoto.
- El sol oscurecido.
- La luna como sangre.
- Y después: “las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos tardíos cuando es sacudida por un fuerte viento”.
Los adventistas históricos han visto aquí una línea de tiempo profética que se cumple en tres grandes señales:
- El gran terremoto → identificado con el terremoto de Lisboa (1755).
- El sol y la luna oscurecidos → el Día Oscuro de Nueva Inglaterra (19 de mayo de 1780).
- Las estrellas cayendo del cielo → la gran lluvia de estrellas del 13 de noviembre de 1833.
2. ¿Qué sucedió realmente la noche del 13 de noviembre de 1833?
Aunque hoy sabemos que fueron meteoros (fragmentos diminutos que se desintegran al entrar en la atmósfera), los testigos de la época hablaban de “estrellas cayendo”.
Algunos elementos llamativos del suceso:
- Se calculan decenas de miles de meteoros por hora en el punto máximo.
- El fenómeno se vio con especial intensidad en gran parte de Norteamérica, sobre todo al este de las Montañas Rocosas.
- Muchos pensaron que había llegado el Juicio Final. Hubo oraciones, reuniones improvisadas, confesiones públicas y un despertar religioso.
Más tarde, astrónomos como Denison Olmsted recopilaron testimonios y demostraron que el fenómeno estaba ligado a un enjambre de meteoros que parece proceder de la constelación de Leo: las llamadas Leónidas.
3. Cómo entendieron este signo los cristianos de la época
Para numerosos creyentes de esos años, la lluvia de estrellas no fue solo un espectáculo del cielo. Fue interpretada como una señal divina.
Dentro del movimiento que luego daría origen al adventismo, muchos predicadores vieron en 1833 un cumplimiento directo de las palabras de Jesús:
“Las estrellas caerán del cielo” (Mt. 24:29).
Este evento, sucedido después del terremoto de 1755 y del Día Oscuro de 1780, encajaba perfectamente en la secuencia profética que estaban estudiando. Por eso se convirtió en una fuerte confirmación de que el mundo había entrado en el llamado “tiempo del fin”, aunque no todavía en el fin mismo.
4. Ellen G. White y la lluvia de estrellas de 1833
Ellen G. White comenta estas señales en relación con Mateo 24 y Apocalipsis 6. Al hablar de la lluvia de estrellas, ella afirma que la profecía sobre la caída de las estrellas:
“recibió un cumplimiento notable y sorprendente en la famosa lluvia de estrellas del 13 de noviembre de 1833”.
Para ella, estos tres eventos:
- Lisboa 1755 (gran terremoto),
- Día Oscuro 1780 (sol y luna),
- Leónidas 1833 (estrellas),
son señales que marcan el inicio del tiempo del fin y preparan el escenario histórico para el surgimiento del mensaje profético de los últimos días (incluyendo la predicación del mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14).
5. El Comentario Bíblico Adventista (CBA) y las “señales cósmicas”
El Comentario Bíblico Adventista (CBA), al tratar Mt. 24:29 y Ap. 6:12-13, sigue esta misma línea general:
- Reconoce que los fenómenos (terremotos, oscurecimiento, meteoros) pueden describirse científicamente.
- Pero destaca que, en la perspectiva profética, estos hechos se consideran marcas providenciales en la historia, que señalan cambios de etapa en el plan de Dios.
- Presenta los eventos de 1755, 1780 y 1833 como ejemplos históricos que ilustran las señales anunciadas por Jesús y por Apocalipsis, sin negar que haya un cumplimiento final aún más impresionante cerca de la segunda venida.
6. ¿Y las objeciones? ¿No eran solo meteoros?
Algunas objeciones comunes dicen:
- “No eran estrellas literales, solo meteoros”.
- “Es un fenómeno natural, no una señal sobrenatural”.
Desde la perspectiva adventista, se responde de varias maneras:
- Lenguaje de observador
La Biblia suele usar el lenguaje tal como lo percibe el ojo humano. Lo que hoy llamamos “meteoros”, un observador del siglo I o del siglo XIX simplemente lo llamaría “estrellas que caen”. - Explicación natural vs. propósito divino
Que algo tenga explicación científica no impide que Dios lo use como señal en un momento clave. Igual que un eclipse o un terremoto pueden tener causas naturales y, a la vez, significado profético en un contexto particular. - Cumplimiento histórico y cumplimiento final
Las profecías muchas veces tienen un cumplimiento histórico (señales que marcan el “tiempo del fin”) y todavía un cumplimiento más pleno y dramático cercano a la segunda venida. La lluvia de estrellas de 1833 se ve como un cumplimiento histórico muy claro, sin excluir manifestaciones finales más poderosas.
7. ¿Qué significa esto para nosotros hoy?
Si aceptamos esta lectura profética, la conclusión es fuerte:
- El terremoto de 1755,
- El Día Oscuro de 1780,
- Y la lluvia de estrellas de 1833,
no son solo curiosidades de la historia, sino señales de Dios que anuncian que estamos viviendo en el tiempo del fin.
No significa que debamos caer en sensación de pánico, sino en conciencia espiritual:
- Vivimos en una etapa de la historia marcada por el juicio previo al regreso de Cristo.
- Dios está llamando a su pueblo a prepararse, santificarse y testificar.
- El mensaje de los tres ángeles (Ap. 14:6-12) adquiere un peso especial: llamado al evangelio eterno, adoración al Creador, separación de Babilonia y fidelidad a los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
8. Conclusión
La lluvia de estrellas del 13 de noviembre de 1833 fue, sin duda, uno de los espectáculos celestes más impresionantes registrados por la historia. Para la fe adventista, no fue solo un fenómeno astronómico, sino un eslabón profético en una cadena de señales que marcan la entrada del mundo en el tiempo del fin.
Ver este evento como profecía cumplida nos recuerda que la Biblia no habla solo del pasado, sino también del rumbo de la historia. Y nos confronta con una pregunta muy personal:
si las señales ya se cumplieron, ¿cómo estoy respondiendo yo al llamado de Dios en este tiempo?