¿Quién es la “Reina del Cielo” según la Biblia?

La expresión “Reina del Cielo” aparece en la Biblia únicamente en contextos de idolatría pagana que provocó la ira de Dios. El profeta Jeremías denuncia esta práctica en dos pasajes clave. En Jeremías 7:18, describe cómo familias enteras de Israel participaban en un rito idolátrico: “los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer libaciones a dioses ajenos, para provocarme a ira”[1]. Más adelante, tras la caída de Jerusalén, algunos israelitas rebeldes insisten en que continuarán quemando incienso y ofreciendo libaciones a la Reina del Cielo, atribuyendo a ese culto su anterior prosperidad (Jeremías 44:17-19)[2]. Esta obstinación en la idolatría llevó a severos juicios de Dios.

En la Biblia, por tanto, “Reina del Cielo” no es un título dado por Dios ni asociado a alguna mujer piadosa, mucho menos a María. Es un símbolo de adoración pagana falsa. Jeremías deja claro que adorar a la “Reina del Cielo” era un pecado consciente de un pueblo que había abandonado la ley de Dios[3]. No existe ninguna Reina celestial aprobada en las Escrituras – solo reconocemos a un Rey del Cielo, Jehová de los ejércitos[4].

Orígenes históricos de la “Reina del Cielo”

¿Quién era esa “Reina del Cielo” que adoraban las naciones antiguas? Este título se aplicó a diversas diosas paganas veneradas en el Mediterráneo y Cercano Oriente. Los estudios históricos y bíblicos señalan principalmente a las siguientes figuras:

  • Ishtar/Astarté (Babilonia y Asiria/Canaán): Diosa de la fertilidad, el amor sexual y la guerra, considerada la esposa del dios Baal (o Moloc)[5]. Su nombre semita occidental era Astarté (Ashtoret en hebreo), equivalente a la Ishtar mesopotámica[6]. Frecuentemente se la llamaba “Reina del Cielo” y se le ofrecían tortas y libaciones buscando su bendición en cosechas, fertilidad y prosperidad[5]. Sus símbolos incluían la estrella de Venus, el león y la paloma, y era representada a menudo desnuda, enfatizando su rol de diosa de la fertilidad[7].
  • Artemisa de Éfeso (Grecia/Asia Menor): Conocida por los romanos como Diana, esta deidad local de Éfeso difería de la virgen cazadora del panteón griego. La Artemisa efesia era venerada como madre universal y patrona de la fertilidad, una auténtica “reina del cielo” para sus devotos[8]. Su famoso templo en Éfeso (Hechos 19:23-35) albergaba una imagen de la diosa con múltiples protuberancias en su pecho (interpretadas como múltiples senos o símbolos de fecundidad)[8]. La Biblia narra cómo la predicación de Pablo en Éfeso provocó un tumulto de los adoradores de Artemisa, quienes clamaban: “¡Grande es Diana de los efesios!” defendiendo su culto (Hechos 19:28-34). Esto demuestra la profunda arraigazón de la adoración a una diosa madre celestial en aquella sociedad.

¿Qué tenían en común estas diosas? A pesar de pertenecer a distintas culturas, comparten un claro arquetipo religioso:

  • Eran presentadas como madres divinas o figuras maternales sagradas, a veces vírgenes y madres a la vez.
  • Se las consideraba mediadoras de bendiciones: otorgaban fertilidad, protección, prosperidad y escuchaban las peticiones de sus devotos.
  • Sus cultos involucraban imágenes talladas, procesiones, ofrendas especiales e incluso rituales simbólicos (por ejemplo, tortas o incienso ofrecidos en su honor).
  • Recibían títulos exaltados – como “Reina del Cielo” – que las colocaban en los cielos, compartiendo honores divinos junto a (o por encima de) otros dioses masculinos.

La Biblia condena sin ambigüedad todas esas prácticas. Los mandamientos prohíben expresamente la adoración de imágenes o dioses ajenos: “No te harás imagen… no las honrarás” (Éxodo 20:4-5). También afirman que solo el Dios verdadero merece culto: “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a Él servirás” (Mateo 4:10). Así, cualquier veneración a una supuesta “Reina celestial” es idolatría, una desviación grave de la fe bíblica.

Lo que la Biblia enseña sobre María

La María bíblica dista mucho de la figura de “reina celestial” que apareció siglos después en la tradición. Las Escrituras presentan a María como una mujer humilde, piadosa y bendecida por Dios. El ángel Gabriel la llamó “muy favorecida” y “bendita tú entre las mujeres” por haber sido escogida para ser madre de Jesús (Lucas 1:28). Ella aceptó con fe ese llamado, pero nunca es exaltada como diosa ni mediadora en el texto sagrado.

Al contrario, María reconoció su condición humana y necesidad de un Salvador. En el Magníficat, su cántico de alabanza, exclama: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva” (Lucas 1:46-48). Estas palabras muestran que María se consideraba una sierva humilde de Dios, dependiente de la salvación que solo Él provee[9]. De hecho, “sólo los pecadores necesitan Salvador, y María reconoció esa necesidad en sí misma”[9]. Ella no es presentada como inmaculada ni libre de pecado en la Biblia, sino como una creyente fiel que halló gracia ante Dios.

Importante es notar que Jesús nunca dio a María un estatus divino. En una ocasión, una mujer de entre la multitud elevó la voz para elogiar el vientre que llevó a Jesús y los pechos que lo criaron, es decir, alabó a María su madre. Jesús respondió corrigiendo suavemente: “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:27-28). Con esto, Jesús señaló que la verdadera bienaventuranza no proviene de lazos biológicos ni de exaltar a su madre, sino de la obediencia a Dios. Si hubiera existido la intención de honrar a María como “Reina del Cielo”, este era el momento – pero Cristo no lo hizo[10]. Él reafirmó que el énfasis debe estar en la Palabra de Dios, no en venerar a criatura alguna.

En resumen, el Nuevo Testamento no atribuye a María títulos celestiales ni funciones mediadoras. Más bien, enseña principios opuestos a la mariolatría:

  • Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres – “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5).
  • Sólo Dios merece adoración“Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo servirás” (Mateo 4:10), y sus siervos (apóstoles, ángeles, santos) rechazan ser adorados[11]. Cualquier culto ofrecido a otro que no sea Dios es nada menos que idolatría[11].
  • La veneración de imágenes está prohibida“No te harás imagen… no las adorarás” (Éxodo 20:4-5). Dios busca adoración “en espíritu y en verdad” (Juan 4:24), no mediante reliquias o estatuas.

María, por lo tanto, no es presentada como reina celestial ni co-mediadora de la gracia. Para los cristianos adventistas (y protestantes en general), María es respetada y amada como la madre terrenal de Jesús, un ejemplo de fe y humildad – “bienaventurada” por haber creído (Lucas 1:45) – pero no es objeto de culto. Toda oración, adoración y fe se dirigen únicamente a Dios Padre y a su Hijo resucitado.

Del paganismo al culto mariano: un caso de sincretismo

Si la Biblia no enseña que María sea Reina del Cielo, ¿cómo surgió entonces esta idea en la cristiandad? La respuesta nos lleva a la historia de la Iglesia post-apostólica y su interacción con el mundo grecorromano. A medida que el cristianismo se extendía por un imperio saturado de religiones paganas, la Iglesia enfrentó un dilema pastoral: ¿cómo convertir a pueblos enteros acostumbrados por milenios al culto de diosas madre? Muchos nuevos conversos extrañaban las figuras maternales divinas y sus festividades.

Con el tiempo, la Iglesia (especialmente en Roma) adoptó una estrategia de sincretismo religioso controlado para “bautizar” ciertos elementos paganos en lugar de eliminarlos por completo. Historiadores señalan que el culto mariano se desarrolló reinterpretando símbolos y títulos previamente asociados a diosas antiguas[12][13]:

  • La figura de la “Madre celestial” pagana fue trasladada a María. En lugar de Isis, Cibeles, Astarté u otras, la imagen de María con su niño Jesús pasó a ocupar ese lugar en la devoción popular. Con el Concilio de Éfeso (431 d.C.), se proclamó a María Theotokos (Madre de Dios) para reafirmar la divinidad de Cristo. Sin embargo, este título, inéditamente alto para una mujer en la fe bíblica, resonaba con el antiguo concepto de “madre de los dioses” de las religiones paganas[14]. De hecho, llamarla Mater Dei o Madre de Dios era un término de raíz pagana que recibió un nuevo significado cristiano[14]. Muchos historiadores reconocen que, aunque los teólogos cristianos negaban estar divinizando a María, en la práctica María asumió funciones de las antiguas diosas y para muchos fieles vino a hacer “todo lo que las diosas antiguas solían hacer”[14] – es decir, proteger, proveer gracia, escuchar oraciones y reinar desde los cielos.
  • Antiguos títulos de diosas fueron aplicados a María. Por ejemplo, los cristianos comenzaron a referirse a ella como “Reina del Cielo” (Regina Coeli en latín), un apelativo que en la antigüedad perteneció a Ishtar, Astarté, Hera, Juno, Isis y otras diosas celestiales[15][16]. Esta idea de María como reina celestial quedó arraigada en la liturgia y el arte cristiano medieval. Siglos más tarde, la Iglesia Católica oficialmente definió la realeza de María: el papa Pío XII, en 1954, instituyó la festividad de Santa María Reina (22 de agosto) y proclamó que “desde los primeros tiempos, el pueblo cristiano… ha venerado a la Madre de Dios como Reina del Cielo”[17]. Oraciones tradicionales como el “Regina Coeli” (que se reza en Pascua) están dirigidas a María con ese título[18][19].
  • Diversos elementos rituales paganos fueron absorbidos en la devoción mariana. Procesiones, imágenes y altares dedicados a diosas fueron reemplazados por procesiones e imágenes de la Virgen María. Así como los paganos coronaban estatuas de sus diosas y les ofrecían flores o incienso, los cristianos empezaron a coronar imágenes de la Virgen, llevarlas en andas y dedicarles flores (por ejemplo, el mes de mayo es el mes mariano en la tradición católica, reflejando antiguas fiestas de la diosa madre en la primavera)[20]. Muchos templos antiguos de diosas fueron convertidos en iglesias marianas, conservando en cierta forma la continuidad devocional.

Este proceso de acomodación cultural fue visto como una manera eficaz de facilitar la transición masiva de paganos al cristianismo sin exigir un corte absoluto con todas sus antiguas costumbres. En palabras del historiador Stephen Benko (especialista en raíces paganas de la mariología), “el cristianismo no añadió ningún elemento nuevo… más bien avivó y perfeccionó imágenes que ya existían en numerosas formas en la mitología pagana”[12]. Imágenes de distintas diosas se fusionaron bajo la figura de María durante los primeros siglos, en un fenómeno de “equivalencia funcional”[20]: lo que las devotas antes hacían para Isis o Artemisa, ahora lo hacían externamente para María, aunque se les enseñaba que en esencia adoraban a Cristo.

Desde una perspectiva adventista, esta fusión de paganismo con cristianismo fue parte del alejamiento de la fe pura apostólica predicho en la Biblia. Los Adventistas del Séptimo Día identifican a este sincretismo religioso con la “gran apostasía” y la corrupción de la verdad que se dio en la era imperial. La figura de la mujer adornada y ebria de Apocalipsis 17 – “Babilonia la grande, la madre de las fornicaciones” – simboliza a la religión falsa que mezcla la verdad con la idolatría. En ese sentido, la exaltación de María como Reina del Cielo y mediadora es vista como uno de los errores introducidos por el cristianismo apóstata medieval, particularmente por el sistema romano. No proviene de la enseñanza de Cristo ni de los apóstoles, sino de la absorción de antiguas tradiciones paganas en la iglesia institucional.

Conclusión: el llamado a la adoración verdadera

En la Biblia no existe ninguna “Reina del Cielo” digna de culto, salvo en la imaginación de religiones falsas. Para los cristianos fieles a la Escritura, toda adoración a tal figura es un engaño que desvía la gloria debida únicamente a Dios. María fue sin duda “bendita entre las mujeres” y un modelo de fe, pero incluso ella apuntó siempre la mirada hacia Jesús (Juan 2:5). Nunca buscó honores divinos para sí. La exaltación post-bíblica de María como reina celestial, mediadora o intercesora universal no nace de la Palabra de Dios, sino de la tradición humana mezclada con antiguos cultos paganos[14].

La perspectiva adventista insiste en regresar a la pureza del cristianismo original, fundamentado solo en la Biblia. Esto implica rechazar prácticas devocionales que, aunque populares, no tienen sustento bíblico y en cambio reflejan la continuidad de la idolatría. El llamado profético de Apocalipsis 18:4 resuena con fuerza: “Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados…”[21]. “Salir de Babilonia” significa apartarse de todo sistema religioso corrompido por doctrinas y costumbres contrarias a la verdad de Dios. En este contexto, abandonar la veneración a la “Reina del Cielo” – en cualquiera de sus formas – es parte de obedecer ese llamado divino.

La verdadera adoración debe estar centrada en Dios Padre y Jesucristo, nuestro único Rey y único Mediador (Judas 1:25; 1 Timoteo 2:5). La Biblia cierra apuntando al Cordero de Dios en el trono celestial y a “los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:12). No hay en el cielo una diosa reina, sino una iglesia (simbolizada como una mujer pura en Apocalipsis 12) que es la esposa de Cristo. Por tanto, la invitación final al creyente es a que su fe y devoción descansen exclusivamente en el Dios verdadero, renunciando a cualquier vestigio de idolatría. Así honramos correctamente a María – siguiendo su ejemplo de decir “hágase Tu voluntad” – y adoramos únicamente a “Aquél que vive por los siglos de los siglos”.

Fuentes: La Biblia (Jeremías 7:18; 44:17-19; Lucas 1:46-48; Lucas 11:27-28; etc.); Análisis histórico-teológico de la adoración a la “Reina del Cielo”[5][8]; Estudios sobre las raíces paganas del culto mariano[12][14]; Comentarios bíblicos y recursos apologéticos sobre idolatría y veneración de imágenes[22][11].


[1] [2] [6] [7] [15] [16] Queen of Heaven (antiquity) – Wikipedia

[3] [4] [5] [9] [10] [11] [22] ¿Quién es la Reina del Cielo? | GotQuestions.org/Espanol

[8] ¿Quién es la Artemisa mencionada en la Biblia? | GotQuestions.org/Espanol

[12] [13] [14] [20] Asunción y Auge de la Reina del Cielo

[17] [19] Queen of Heaven – Wikipedia

[18]  Regina Coeli o Reina del Cielo, en español y latín

[21] Apocalipsis 18:4 – Reina-Valera 1960 – Bible Gateway

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