La Inquisición medieval había florecido durante siglos cuando el papa Pablo lll, en 1542, le dio la categoría de permanente como la primera de las Congregaciones Sagradas de Roma, la Santa, Católica y Apostólica Inquisición. Más recientemente conocida como el Santo Oficio, su nombre fue cambiado en 1967 al de Congregación para la Doctrina de la Fe, algo muy apropiado puesto que las inmolaciones públicas se conocían como autos-da-fe o actos de fe. La lglesia Católica Romana nunca ha repudiado la persecución, la tortura y matanza de herejes, que han continuado hasta los tiempos modernos.
Roma hoy se enfrenta con una clara disyuntiva:

Edificio Congregación para la Doctrina de la FeO su celosa tortura y matanza de tantas víctimas inocentes es motivo de orgullo o es razón para avergonzarse. Por supuesto, Roma ni se va a arrepentir de sus pecados ni va a abandonar su pretensión a la infalibilidad. Por lo tanto, no debería sorprendernos que la oficina de la inquisición todavía ocupe el Palacio de la lnquisición adyacente al Vaticano, aunque con un nuevo nombre, la Congregación para la Doctrina de la Fe. Un ex gran Inquisidor que informaba directamente al papa Juan Pablo II, es el ex arzobispo de Munich, el cardenal y expapa Joseph Ratzinger, a quien la revista Time llamó “el cardenal más poderoso del mundo [y] el principal de la lglesia Católica que impone los dogmas… Esa imposición puede ser brutalmente directa o tratada con mucho cuidado por medio de otra persona, como lo fue el caso a fines de 1993 en el amordazamiento de Fr. Joseph Breen por el obispo de Nashville Edward Kmiec. En una carta a los obispos de la nación Breen, señalando “la vasta diferencia entre lo que se dice en Roma y lo que realmente sucede”, apeló por el “celibato opcional”. Pero lo obligaron a firmar una promesa “de que no hablar a los medios noticiosos… [y] que no criticaría lo que hacen los obispos”.
A pesar de que ya no inmola a sus víctimas dicha Congregación todavía se esfuerza por mantener el control sectario del Vaticano sobre la forma de pensar de su clero y los miembros de la Iglesia. Por ejemplo, el 9 de junio de 1993 Ratzinger publicó las “lnstrucciones… para promover la Doctrina de la Fe” El documento exige que “se requiere permiso previo para que escriban los clérigos y miembros de institutos religiosos para los diarios, revistas o periódicos que están acostumbrados a atacar abiertamente a la religión o buena moral católica. La instrucciones también advertían a las casas publicitarias católicas que se conformaran a la ley de la iglesia, y los obispos están obligados a prevenir la venta y exhibición en sus iglesias de publicaciones sobre religión y moral que carecen de la aprobación de la iglesia…” ¡Esto es la reaparición del “lndice de Libros Prohibidos”!.
Extraído del libro: Una mujer cabalga la bestia. Dave Hunt.
Fuente: https://findelsiglo.com/2016/06/18/la-inquisicion-actual/