El apogeo de la cuestión dominical llegó el 21 de mayo de 1888, cuando el senador H. L. Blair, de Nueva Hampshire, presentó en el Senado de los Estados Unidos un proyecto para la promoción de la observancia del “día del Señor” “como el día de adoración religiosa”.
El proyecto de ley dominical nacional de Blair fue la primera legislación de este tipo en entrar en el Congreso desde el establecimiento del movimiento adventista en la década de 1840. Cuatro días después, presentó una propuesta de enmienda para la Constitución de los Estados Unidos tendiente a cristianizar el sistema de escuelas públicas nacionales.
Los adventistas del séptimo día no pasaron por alto la importancia profética de los proyectos de Blair. El entusiasmo escatológico por causa del movimiento de la ley dominical sirvió como factor que contribuyó al aumento de las tensiones en el período anterior al Congreso de la Asociación General de 1888.
Esa crisis escatológica creó una atmósfera emocional directamente relacionada con otras dos cuestiones que surgirían en las reuniones de Minneápolis. La primera tenía que ver con la interpretación de la profecía, especialmente en el libro de Daniel; la segunda estaba relacionada con la clase de justicia necesaria para la salvación. Ese segundo tema se centraría en la función de la Ley de Dios en el plan de salvación, mientras los adventistas luchaban por saber cuál era el papel de esta en el libro de Gálatas.
Es imposible comprender el elevado tono de agitación de los participantes en las reuniones de 1888 sin captar el hecho de que los adventistas creían, debido a la crisis dominical, que ya habían afrontado el tiempo del fin.
S. N. Haskell escribió, poco antes del comienzo del congreso, que su libertad como observadores del sábado pronto les sería quitada, y que pronto podrían estar dando testimonio en cortes y prisiones.
Con eso en mente, no es difícil ver por qué algunos dirigentes adventistas reaccionaron de forma violenta y emocional cuando Jones y Waggoner comenzaron a cuestionar la validez de los aspectos de la interpretación corriente en la iglesia acerca de la profecía y su teología de la Ley. Esas cuestiones, razonaban, amenazaban la misma esencia de la identidad adventista, en un tiempo de crisis extrema.
Nunca hemos sentido la crisis tan cercana como en aquella ocasión. Los mismos mensajeros que trajeron el comienzo de la lluvia tardía, resultaron providencialmente implicados en el papel de defender el principio constitucional americano de la libertad religiosa. Jones fue a Washington e impresionó al Senado con su denodada defensa por la lealtad a la constitución, y a pesar de su aparente inferioridad, derrotó el proyecto de ley dominical. Waggoner escribió y publicó artículos al efecto. Si el pueblo americano conociera esa parte de su historia, erigiría una estatua a Jones y Waggoner. Hemos disfrutado en Estados Unidos más de un siglo de libertad religiosa, en gran parte fruto de la labor de ellos, en una época en la que el gobierno estaba a punto de repudiar la Primera Enmienda.
Hoy vemos de forma asolapada como se levantan movimientos a favor de un descanso dominical, poniendo de pretexto a las familias y el medio ambiente, vemos leyes volviendo a imponer el descanso dominical en diferentes países europeos, movimientos sindicales en argentina, todos con el apoyo de la Iglesia Católica. ¿Dónde están los que proclamaran el Mensaje del Tercer Ángel? ¿O es la oportunidad para el mensaje del cuarto ángel (Apocalipsis 14:6-12)?
Si usted quiere entender todo este aspecto histórico lea el siguiente articulo:
https://leydominical.wordpress.com/2018/03/17/1888-y-la-ley-dominical/
Fuente:
1. http://www.meditacionesdiarias.com/2014/08/el-proyecto-de-ley-dominical-nacional/
2. http://www.libros1888.com/q-m-8.htm