El Sello de Dios

Cuando se habla sobre el sello de Dios muchos citan Efesios 1:13 y Efesios 4:30.

“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,” (Efesios 1:13)

“Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30).

Sellados por el Espíritu Santo

La mayoría de las versiones de la Biblia expresan Efesios 1:13 de manera coherente con el versículo 4:30, destacando que es el Espíritu Santo quien lleva a cabo el proceso de sellamiento.

Gr. sfragízo (ver com. 2Co_1:22; cf. com. Joh_6:27). El cambio en la vida del creyente se produce en forma ordenada: primeramente es el oír, luego el creer, y finalmente el sellamiento, que pone sobre él, por así decirlo, una marca indeleble.

El Espíritu Santo de la promesa

El Espíritu Santo fue prometido desde los días del Antiguo Testamento (Isa_32:15; Eze_36:26; Joe_2:28), y también por Cristo (Juan_14:16-17). El que sella o identifica a quienes pertenecen a Cristo es el Espíritu Santo (2Ti_2:19), guardándolos hasta el día de la redención final (Efe_4:30). El Espíritu Santo es identificado aquí como el Ser que hace el sellamiento. Los que son sellados reciben el testimonio espiritual interno de que son hijos de Dios (1 Juan_5:10). El sello se coloca sobre todos aquellos que deciden de todo corazón servir a Cristo. El Espíritu Santo nos asegura que las promesas de Dios son verdaderas. Sobre esta base el creyente las acepta por fe.

El agente sellador: Efesios 4:30

Sellados.
En un pasaje anterior (Efe_1:12-13) se dice que los creyentes fueron sellados “en Cristo”; aquí se afirma que son sellados por el “Espíritu Santo” (ver com. Eph_1:13; cf. 2Co_1:22). Acerca del significado del sello, ver com. Rev_7:2. La recepción del Espíritu Santo en la conversión es la refrendación divina de que el creyente es aceptado, que la aprobación celestial descansa sobre su elección y su vida cristiana.

«La obra del Espíritu Santo es convencer al mundo del pecado, de justicia y de juicio. El mundo sólo será advertido al ver a los que creen en la verdad siendo santificados por la verdad, actuando por principios altos y santos, demostrando en sentido alto y elevando la línea divisoria entre aquellos que guardan los mandamientos de Dios y aquellos que los pisotean. La santificación del Espíritu marca la diferencia entre los que tienen el sello de Dios y los que guardan un día de descanso espurio.»- Comentario Bíblico Adventista , vol. 7, pág. 980.

Por ende, la presencia santificadora del Espíritu Santo en la vida se erige como el distintivo de la salvación para el creyente, arraigándose en él siempre y cuando permita que el Espíritu Santo lo guíe hacia «toda la verdad» (Juan 16:13). En el desenlace del conflicto entre la verdad y el error, la humanidad se dividirá entre aquellos que observan el sábado bíblico, instituido por Dios, y aquellos que veneran el domingo de origen pagano. En este escenario, el sábado adquiere la relevante función de ser una señal escatológica de lealtad inquebrantable hacia Dios.

EL SELLO Y SU RELACIÓN CON LOS MANDAMIENTOS

Es relevante destacar que el concepto de sello está estrechamente vinculado a la obediencia y a apartarse del mal. Este aspecto se encuentra respaldado en pasajes como Apocalipsis 14:9-12, 12:17 y 2 Timoteo 2:19.

El libro de Isaías presenta este sello en conexión con la ley, como se evidencia en Isaías 8:16: «Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos». En este versículo, se subraya que la «Ley» es la que sella a los discípulos, estableciendo así que la Ley actúa como el sello que reciben aquellos que la siguen.

¿Cuál de los mandamientos del decálogo revela al verdadero Dios y Autor de la Ley?

Éxodo 20:8 – 11.»Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.»

En el cuarto mandamiento encontramos todas las características de un sello, y que por lo tanto, convierten la Ley de Dios en un Sello:

“Y díles también mis sábados, que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico.” (Ezequiel 20:12).

“Y santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová vuestro Dios.” (Ezequiel 20:20). Señal o sello se pueden intercambiar. Ver Romanos 4:11

“Los enemigos de la ley de Dios, desde los ministros hasta el más insignificante entre ellos, adquieren un nuevo concepto de lo que es la verdad y el deber. Reconocen demasiado tarde que el día de reposo del cuarto mandamiento es el sello del Dios vivo” (El conflicto de los siglos, p. 698).

El Espíritu Santo escribe su ley en nuestros corazones, el mismo que escribió la ley en tablas de piedra.

Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:
Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, (Heb.10:15-16).

“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:” ‭‭Juan‬ ‭14:15-16‬

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