Trump: en guerra con el medio ambiente

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Fuente: sostenibilidad.semana.com

Tras la llegada del magnate al puesto de mayor poder en el mundo, el temor respecto al medioambiente durante su mandato ha crecido de manera exponencial. Razones no faltan: tan solo en su primera semana en la Casa Blanca, el empresario reactivó la construcción de dos controvertidos oleoductos, borró rastros de las palabras cambio climático en sitios federales y congeló la contratación y los recursos públicos para investigación en temas ambientales. No contento con esto, prometió iniciar una cacería de brujas en varias dependencias federales.

 El futuro no pinta nada bien, por eso en Semana Sostenible nos dimos a la tarea de analizar algunos de los temas clave para el medioambiente y vaticinar qué podría pasar mientras Trump está al mando.

EL ACUERDO DE PARÍS

Uno de los mayores temores con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca es el cumplimiento del Acuerdo de París por parte del segundo país que más emite dióxido de carbono a la atmósfera. Aunque algunos expertos aseguran que es casi imposible que el país norteamericano pueda desligarse del compromiso ya adquirido, hay quienes piensan que el nuevo presidente estadounidense puede frenar su aplicación. Esto se puede inferir de los nombramientos que ha realizado Trump, en los que brillan por su ausencia personas proambiente. “En sus nombramientos destaca gente que ha pasado su vida adulta promoviendo energías fósiles”, aseguró en días pasados el editorialista del New York Times, Thomas Friedman.

 

Sin embargo, hay quienes mantienen que la presión de la comunidad internacional y de grandes trasnacionales puede servir para que el multimillonario acate los compromisos a regañadientes.

En noviembre pasado más de 360 empresas, en su mayoría estadounidenses, pidieron que se respete el acuerdo contra el cambio climático. Entre los firmantes de la carta abierta había gigantes de la industria como Nike, Starbucks, Levi‘s y DuPont.

 

Asimismo, las trabas burocráticas jugarían en contra del magnate, ya que Estados Unidos podría dejar de cumplir el Acuerdo pero para desligarse debería denunciar el acuerdo multilateral, algo que recoge el propio texto, y que no podría realizar antes del 5 de noviembre de 2019, casi a la mitad del mandato de Trump. Además, la decisión no surtiría efecto hasta un año después, específicamente hasta el 5 de noviembre de 2020, prácticamente al final de su mandato en la Casa Blanca.

EPA Y DEPARTAMENTO DE ENERGÍA

 

Estas dos dependencias del gobierno federal han estado entre las más afectadas tras la llegada de Trump al salón Oval. Además de que el presupuesto será recortado, se inició una cacería de brujas dentro de las dos entidades.

 

Las personas nombradas por Trump para conducir la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), los departamentos de Energía, Interior y Estado, en su mayoría han efectuado declaraciones cuestionando la ciencia del clima o atacando la legislación ambiental. Para la EPA Trump escogió a Scott Pruitt, un exfiscal general del Estado de Oklahoma que ha sido públicamente hostil a cualquier regulación federal sobre temas ambientales. Como fiscal general de ese estado, Pruitt inició 14 acciones judiciales contra la EPA, la misma agencia que ahora presidirá, por considerar que las normas ambientales estaban frenando a las empresas.

Para conducir el Departamento de Energía (que controla numerosos laboratorios de investigación científica) Trump escogió al ultraconservador Rick Perry, exgobernador de Texas, a sido crítico de la tesis de cambio climático y quien llegó a proponer la eliminación del departamento que ahora deberá conducir. “Estamos claramente preocupados que el papel de los científicos que trabajan sobre la cuestión climática en el gobierno termine hundiéndose”, asegura Andrew Rosenberg, de la ONG Unión de Científicos Preocupados.

 

Además, a partir del 24 de enero los recursos de la EPA para contratación para becas en investigación quedaron totalmente congelados, parando así efectivamente las actividades de la entidad.

 

MORDAZA Y ‘CAZA DE BRUJAS’

Uno de los mayores temores respecto a la llegada de Trump es que aquellos científicos y funcionarios que defienden la lucha contra el cambio climático sean  acallados o despedidos. Estos miedos se acrecentaron una vez que el equipo de transición de Trump llegó a distribuir en el Departamento de Energía una circular para conocer los nombres de todos los científicos que trabajan en él y que hayan participado en conferencias sobre cambio climático. Las autoridades del departamento se negaron a ofrecer esa información, y el equipo de Trump no insistió en el tema, pero una vez en el poder la cosa puede ser a otro precio.

 

La desaparición de toda alusión al cambio climático en la web de la Casa Blanca y el desmonte sistemático de artículos, estudios y ensayos sobre dicho tema en los sitios de la NASA, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), la EPA y el Departamento de Energía tiene preocupada no solo a la comunidad científica, sino a los medios de comunicación.

La preocupación creció cuando, en el cuarto día de la era de Trump Presidente, circuló un memorando prohibiendo a los empleados de la EPA la emisión de comunicados, el uso de redes sociales y blogs y la inclusión de nuevos contenidos en sus sitios de internet. Como consecuencia, una serie de cuentas en Twitter sacado información a nombre de científicos ambientales y guardaparques del país.

 

También, esta situación ha llevado a que varios internautas estén recopilando la información y la estén subiendo a servidores propios para evitar la pérdida de valioso material científico en caso de que los archivos sean borrados definitivamente. “La censura puede  suceder en formas sutiles”, aseguró Bethany Wiggin, profesora de la Universidad de Pensilvania, al portal Vice cuando se le preguntó por qué está archivando los datos de los sitios anteriormente mencionados. Seguramente acceder a la información sobre el cambio climático y hacer estudios sobre el tema durante la administración Trump será una tarea desgastante.

 

OLEODUCTOS Y PROTESTA CIUDADANA

 

La aprobación presidencial para retomar la construcción de los oleoductos Keystone XL y Dakota Access Pipeline fue una cachetada para la mayoría de movimientos sociales y ambientalistas estadounidenses. A través de la protesta pacífica se habían logrado frenar los polémicos proyectos que tendrían graves consecuencias sobre los recursos hídricos del país norteamericano.

 

Está por verse qué manejo le dará Trump a la nueva oleada de protestas que seguramente iniciará en los próximos meses. Además, el anunció no vino solo y se espera que proyectos de igual magnitud inicien su curso en distintos lugares de la geografía estadounidense, “a partir de ahora vamos a comenzar a hacer oleoductos en Estados Unidos”, dijo Trump. Lo complicado de este caso es que gran parte de la promesa de generar más empleo de Trump está cimentada en estos megaproyectos que crearían 28.000 nuevos puestos de trabajo, por lo que la gran masa de opositores podría verse diezmada.

Asimismo, Estados Unidos tiene una larga tradición de no tolerar la protesta, un ingrediente que se sumaría a la postura de Trump, quien parece no estar dispuesto a ceder un solo centímetro de sus pretensiones.

 

“En lugar de dar impulso a afirmaciones falsas sobre el potencial de los oleoductos para crear puestos de trabajo, Trump debería enfocar sus esfuerzos en el sector de la energía limpia, donde reside el futuro de Estados Unidos”, dijo la directora del grupo ambientalista Greenpeace, Annie Leonard, una vez se conoció la medida.

 

¿ALGO POSITIVO?

 

Si algo han mostrado los momentos más oscuros de la historia es que desde lo más aterrador pueden surgir cosas positivas. Claramente la primera semana de Trump como presidente ha demostrado que su cuatrienio no será nada fácil.

Sin embargo, esta puede ser una oportunidad para que sectores como las minorías, los colectivos de género y LGBTI y los ambientalistas, que quizás se habían relajado por la cantidad avances que habían obtenido en las últimas décadas puedan repensar su rumbo y reconocer que Trump no es un individuo aislado, sino que en la sociedad persisten personas con un pensamiento igual o más radical que el del magnate. Todavía queda mucho trabajo por hacer para alcanzar la equidad y la conciencia que se requiere para abordar las diferencias que nos separan.

Asimismo, hay que tener en cuenta que en 2017 la humanidad está mucho mejor preparada y está más enterada de temas como el cambio climático, además de entender que del cuidado de la naturaleza depende su supervivencia. Michael Mann, de la Universidad de Pensilvania, asegura que “el resto del mundo ya no debate más el cambio climático, sino la inversión en una rápida transición hacia energías sin carbono”.

Por más poder que crea acumular Trump, los norteamericanos no querrán ver a su país distanciarse de la gran revolución económica del siglo XXI. China, la Unión Europea y varios países han entendido que la lucha contra el cambio climático es clave y a pesar de lo que piense el magnate, no todo depende de él.

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