«Hace descender fuego del cielo»

“Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón.Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya llaga de muerte fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra por las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió”.Ahora que nosotros comenzamos a conocer que el diablo tiene tanto poder engañador a su disposición que inducirá al mundo entero, aparte del verdadero pueblo de Dios, a que lo siga sin reserva, tenemos alguna apreciación de aquello con lo cual habremos de contender. Nosotros sabemos ahora que seremos no solamente confrontados con meros seres humanos, poderosos como sean algunos de ellos, sino con los mismos demonios — seres sobrenaturales poseídos de poder sobrenatural.Esto nos habilita para entender más claramente lo que Pablo quiere decir cuando dice:“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales” (Efesios 6:12).Las Escrituras no proveen una lista de los diferentes milagros de engaño que serán realizados, sino mencionan uno en particular, el de hacer descender fuego del cielo.“También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres” (Apocalipsis 13: 13).Ha sido propuesto por algunos que el fuego aquí predicho son rayos enceguecedores de explosiones nucleares.Pero no puede ser, porque las detonaciones de artefacto nuclear no engañan gente. Los aterroriza. Además, su poder destructor es tan grande que si se fuera a emitir fuego de ellos en términos universales, no quedarían sobrevivientes para apoyar la causa del diablo. Por lo tanto, esto sería completamente contrario a los intereses de Satanás en inundar la tierra de fuego atómico. Así que, prescindiendo de todas las ideas preconcebidas, escudriñemos las Escrituras para la explicación de estas palabras.

Entre los impíos estarán los eminentes falsos cristos y falsos profetas que, al hacer milagros impresionantes incluyendo el hacer descender fuego del cielo, buscarán por ello establecer su falsa identidad. Su logro de una exitosa imitación requiere que ellos se cubran con lo que parece ser las vestiduras de Cristo. Por lo tanto, hacer descender fuego del cielo tiene que ser en la forma de algo que los hombres han asociado con el verdadero Cristo y sus profetas. En otras palabras, tiene que ser una falsificación del fuego verdadero. Cuando estos espíritus del diablo aparezcan, será en el tiempo cuando el verdadero Cristo y sus mensajeros serán dotados con el poder más grande jamás manifestado por la iglesia en toda su historia. Esa era de gloria venidera se predice en Joel. “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado” (Joel 2: 28-32).
Esta promesa recibió un cumplimiento más admirable cuando el Espíritu Santo descendió con gran poder sobre los expectantes discípulos en el pentecostés.
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:1-4).

No puede haber la menor duda que este derramamiento del Espíritu Santo fuera el primer cumplimiento más grande de la profecía de Joel, porque el Espíritu Santo, por medio del inspirado Pedro, así lo declaró. No hay autoridad más elevada o fidedigna por la verdad que el Espíritu Santo, porque El como Dios es igual a Dios. He aquí su verificación de que la profecía de Joel fue cumplida con el don de la lluvia temprana:
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y
les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día; Mas esto es lo dicho por el profeta Joel” (Hechos 2:14-16).

Fue en ese día cuando las palabras de Joel fueron primero cumplidas, que el fuego descendió del cielo a la vista de los hombres como un testimonio que el Espíritu Santo vino con poder sobre el pueblo de Dios. Esa era una demostración de la manera en la cual esta profecía ha de ser cumplida, un hecho del cual el diablo conoce bien. Luego, puesto que él está resuelto a aparecer como el Cristo todo poderoso, indica que a través de agencias de espiritismo, o de espíritus de demonios haciendo milagros, hace aparecer que el derramamiento del Espíritu Santo ha venido sobre sus seguidores, que el pentecostés está siendo repetido entre aquellos que adoran la bestia y su imagen.
Por lo tanto, como en el primer cumplimiento de la profecía de Joel, el fuego descendió del cielo sobre la tierra a la vista de los hombres como un testimonio de la venida del verdadero Espíritu Santo, nosotros sabemos que podemos esperar que lo mismo suceda en el segundo y último cumplimiento de la misma profecía. Esta expectación no se limita al verdadero pueblo de Dios sino está también diseminada por todas las iglesias caídas. Antes de que el tiempo llegue para que ocurra el evento predicho, Satanás tiene que falsificarlo. Así que el fuego que los espíritus de demonios harán descender del cielo será el falso derramamiento del Espíritu Santo.

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