¿Se nos enseña a averiguar cuándo será su advenimiento?

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La proclamación de una fecha determinada para la venida de Cristo suscitó gran oposición por parte de muchas personas de todas las clases, desde el pastor hasta el pecador más vicioso y atrevido. Cumpliéronse así las palabras de la profecía que decían: «En los postrimeros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? porque desde el día en que los» padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.» (2 Pedro 3: 3, 4.) Muchos que profesaban amar al Salvador declaraban que no se oponían a la doctrina del segundo advenimiento, sino tan sólo a que se le fijara una fecha. Pero el ojo escrutador de Dios leía en sus corazones. En realidad lo que había era que no querían oír decir que Cristo estaba por venir para juzgar al mundo en justicia. Habían sido siervos infieles, sus obras no hubieran podido soportar la inspección del Dios que escudriña los corazones, y temían comparecer ante su Señor. Como los judíos en tiempo del primer advenimiento de Cristo, no estaban preparados para dar la bienvenida a Jesús. No sólo se negaban a escuchar los claros argumentos de la Biblia, sino que ridiculizaban a los que esperaban al Señor. Satanás y sus ángeles se regocijaban de esto y arrojaban a la cara de Cristo y de sus santos ángeles la afrenta de que los que profesaban ser su pueblo que le amaban tan poco que ni deseaban su aparición.

«Nadie sabe el día ni la hora» era el argumento aducido con más frecuencia por los que rechazaban la fe del advenimiento. El pasaje bíblico dice: «Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo.» (S. Mateo 24: 36.) Los que estaban esperando al Señor dieron una explicación clara y armoniosa de esta cita bíblica, y resultó claramente refutada la falsa interpretación que de ella hacían sus adversarios. Esas palabras fueron pronunciadas por Cristo en la memorable conversación que tuvo con sus discípulos en el Monte de los Olivos, después de haber salido del templo por última vez. Los discípulos habían preguntado: «¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?» Jesús les dio las señales, y les dijo: «Cuando viereis todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas.» No debe interpretarse una declaración del Salvador en forma que venga a anular otra. Aunque nadie sepa el día ni la hora de su venida, se nos exhorta y se requiere de nosotros que sepamos cuando está cerca. , será tan fatal para nosotros como lo fue para los que viviendo en días de Noé no supieron cuándo vendría el diluvio. Y la parábola del mismo capítulo que pone en contraste al siervo fiel y al malo y que señala la suerte de aquel que dice en su corazón: «Mi señor se tarda en venir,» enseña cómo considerará y recompensará Cristo a los que encuentre velando y proclamando su venida, y a los que la nieguen. «Velad pues,» dice, y añade: «Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando su señor viniere, le hallare haciendo así.» (S. Mateo 24: 3, 33, 42-51.) «Y si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti.» (Apocalipsis 3: 3.)

Conflicto de los Siglos, Cap. 21

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